3.6.08

ALASKA na campaña contra as corridas de touros de PETA e ANIMANATURALIS


A cantante ALASKA participa nunha campaña das organizacións PETA e ANIMANATURIS contra as corridas de touros, que ten como lema “A verdade espida: a tauromaquia é cruel”.
No cartel da presentación pode verse á artista, fotografada por Juan Gatti, sen a roupa e con tres banderillas cravadas nas costas.
Desexamos desde estas páxinas e de acordo coa nosa sensibilidade cara a este e outros temas de maltrato animal, darlle a noraboa á artista, cremos que primeira no panorama español, que ten a coraxe de sela voz de tantos que pensamos que as corridas de touros son a “vergoña nacional”. De tantos que magoados contemplamos desde nenos esas escenas terroríficas de morte e sufrimento reconvertidas en “arte”, conscientes do mal, pero imposibilitados de rematar con el.
Sabemos que esta campaña é tan só un xesto, que por si só non poderá arrincar a enfermidade e que fan falla moitas máis menciñas para rematar coa peste, pero é un xesto valente que aplaudimos.
Destacamos tamén, dos moitos comunicados sobre este tema que circulan en internet, o de David Cacho de “informativost5.com”, que transcribimos a continuación:

“Alaska contra las corridas de toros... Y yo también

¡Por fin! Un artista español sale del armario y se lanza al ruedo en contra de las corridas de toros... Alaska llevaba años, décadas, como activista de esta causa: elaborando sus propias pegatinas de propaganda, recogiendo autógrafos en el camerino después de sus conciertos -escasos, como reconocía ella esta mañana-... Pero nunca se había implicado hasta el punto de prestar su imagen para una campaña de PETA -la ong estadounidense que lucha por el trato ético a los animales-. Lo hace posando en plan pin up de los años 40 para el gran Juan Gatti, el ilustrador de los títulos de las pelis de Almodóvar. Aparece atravesada por tres banderillas en la espalda, cual San Sebastián de la causa antitaurina. Y lo hace como todo lo que hace Alaska: con dignidad, valentía y buen gusto...
Hace unas semanas yo también decidí salir del armario y confesar que soy fan de OT -lo que, siendo treintañero, viviendo en Malasaña y con varios amigos gafapasta, no deja de ser un acto de heroicidad-. Bueno, pues ahora, y aguijoneado por Alaska, me cargo de nuevo de valentía para gritar -precisamente en esta casa- que ¡¡¡yo también aborrezco las corridas de toros!!!
Repaso brevemente algunos de los argumentos tópicos de los defensores de su fiesta nacional -la mía, desde luego, no-.
-También se matan animales para consumo de carne: ya, y también muchas moscas por puro desquiciamiento. Pero no se critica el hecho de matar un animal -quizá lo hagan los más fundamentalistas- sino el de torturarlo, algo sin duda más deleznable desde el punto de vista ético. Por eso, la propuesta de no matar al pobre toro después de la corrida es un despropósito aún mayor que no hace sino prolongar su agonía.
-El toro no sufre: bien. Y los reclusos de Guantánamo bailan cuando les ponen esa musiquita tan agradable en las celdas durante días. Y a las mujeres maltratadas les gusta ser golpeadas. Y los inmigrantes se lo pasan bomba en los centros de internamiento. Es difícil discutir con estos argumentos...
-El toro es un animal criado exclusivamente para las corridas. Si no hubiera, desaparecería: creemos razas de animales entonces para hacer con ellos lo que nos venga en gana. ¿Alguien piensa que el toro de lidia desaparecería si se le dejara en libertad en un hipotético parque nacional de las dehesas extremeñas?
-El toro vive de puta madre. Ya quisieran las vacas estabuladas tener una existencia tan agradable...: desde luego, también hay que luchar para acabar con la tortura de los animales destinados al matadero, pero... Y enlazamos con el siguiente argumento falaz...
-Hay cosas más importantes por las que luchar: pues nada. Propongo que hasta que no se acabe con el hambre en África no se destine ni un duro a la lucha contra la esclerosis múltiple, un problema que afecta a mucha menos gente; que el gobierno de Zapatero no invierta en carreteras hasta que no dejen de morir españoles de cáncer; o que el gobierno vasco no gestione la sanidad o la educación hasta que no se haya acabado con el terrorismo etarra...
En fin, amigos, que cada día me doy más cuenta de que hay una regla de oro universal e inevitable que dice que el grado de civilización de una sociedad es inversamente proporcional a la crueldad con la que trata a sus animales. Pero, por eso mismo, estad tranquilos, aficionados a los toros: hay fiesta para rato... (David Cacho)”
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